La situación en el sur es de extrema complejidad. La vulneración sistemática del Estado de Derecho, con el asentamiento de la violencia, la delincuencia, el vandalismo y el terrorismo, son de primera gravedad, pero desgraciadamente se han ido normalizando.
No hay causa, demanda o derecho presunto, que justifique el uso de las armas, la violación de la paz social y la instrumentalización del miedo. Se ha ido confundiendo la causa mapuche con una serie de otros fenómenos favorecidos por el ambiente de incertidumbre, y que son derecha y llanamente delincuencia. Seguir disfrazando la verdad no sólo nos aleja de la dimensión de lo que se está viviendo, sino que daña el diálogo, el entendimiento y aleja las soluciones.
La responsabilidad sobre el escenario actual escapa a la acción de un gobierno de turno, y evaluarlo así es derechamente un error. Estamos ante un problema de Estado y demanda una mirada como tal. El Estado tiene el deber de hacerse cargo de la problemática mapuche, por cierto; pero antes que ello, debe asegurar la paz social. En buen chileno, debe garantizar el estado de derecho para que pueda avanzarse en diálogo y soluciones.
Pero entonces, cuando se repiten la quema de casas, tierras, iglesias, vehículos y escuelas a vista y paciencia; cuando muere gente en reyertas y atentados; cuando la violencia parece instalarse como la forma de hacer las cosas, claramente la sociedad en su conjunto ha fallado.
Hay que restablecer el estado de derecho, y para ello se requieren, entre otras, más acción y más coordinación entre policías y tribunales; un sistema de inteligencia que realmente funcione; y sacar adelante la agenda de leyes para combatir y perseguir con herramientas reales el terrorismo.
Sólo recién en un ambiente de seguridad y normalidad social, sin miedo, es posible retomar los otros temas que desgraciadamente se han venido confundiendo con la violencia en el sur.
En tal sentido, llamo a retomar el Plan Araucanía que inició en 2019 el ex ministro de Desarrollo Social Alfredo Moreno, que abarcaba tanto el problema con los pueblos originarios, como también la inseguridad instalada en la zona, pero que quedó medio abandonado tras el estallido social. Ahí hay una hoja de ruta clara, firme, certera y a la mano que nos permitiría ahorrar valioso tiempo.
Bernardo Berger Fett
Diputado