Con notoriedad desde el retorno a la democracia, pero de antes incluso, viene el cuestionamiento profundo a la denominada “clase política” que involucra a los partidos y especialmente a quienes ejercemos cargos de representación popular.
Ese cuestionamiento se traduce en la pérdida sistemática de la confianza. En los primeros 10 años ésta cayó de 14% a 2% para el caso de senadores y diputados (1992-2002) y la cosa no ha mejorado desde entonces.
Entre las causas de esta reducción de confianza figuran el incumplimiento de promesas, incapacidad para resolver con rapidez los problemas del país y, sobre todo, la falta de preparación de las personas que ocupan puestos políticos. (CEP, octubre 2016).
Con ese norte, hace unos días ingresé a trámite un proyecto de ley en la forma de moción, que pone el acento en mejorar la calidad del ejercicio político, aumentando las exigencias que actualmente se piden para llegar a ser autoridad de la República, y puntualmente, para ser diputado, senador y Presidente.
El proyecto devuelve el acento al que debiera ser el eje de la discusión. Porque hasta ahora, el debate se ha centrado equivocadamente a mi juicio en el monto de las remuneraciones o dietas, pero no en el nivel de preparación profesional, o en su defecto, en la experiencia laboral de quienes acceden y ejercen esos cargos.
Lo digo de otra forma, para que se entienda: Mejorar la actuación de quienes ejercemos cargos de elección popular no va cambiar con “lucas más” o “lucas menos”, si antes no se pone atención a las exigencias y/o requisitos para acceder al cargo, de manera tal que aseguren, al menos, los niveles mínimos deseados de preparación y experiencia que se piden para postular a cualquier cargo técnico-profesional en el sistema público chileno.
Y es que no se le puede exigir menos a un candidato a diputado, senador o incluso Presidente de la República, que lo que le exigimos a cualquier ciudadano que postula a una pega. Es lo mínimo que se puede pedir para cargos de la relevancia e impacto que tienen éstos, en cuestión… Se trata, en definitiva, de cómo asegurar autoridades con un ejercicio de calidad, bien preparados para el puesto y a la altura de los desafíos que nos exige el desarrollo de Chile.
Bernardo Berger Fett
Diputado de la República