
Que el 2019 fue intenso, qué duda cabe. Lo fue antes, y más todavía después del estallido social.
Año de emociones y conmociones, que abrieron lo legislativo con baterías de proyectos latamente esperados como la reforma a las pensiones, al régimen laboral, la accesibilidad a medicamentos. 2019 termina para Chile este 31 de diciembre con incertidumbre social, en medio de catástrofes como el incendio de Valparaíso.
Por otra parte, para la Comisión de Etica que presido desde inicios de año, también ha sido un periodo intenso. Alcanzamos un récord de gestión con 35 resoluciones, 20 diputados sancionados -algunos hasta en cuatro oportunidades-.
También la mayor visibilización de los diputados ha dado pie a más cuestiones de corte ético donde se ha debido actuar, por denuncia o por oficio. Y ha aumentado la frecuencia a la par que ha crecido las muestras de seriedad, compromiso y prescindencia política partidaria de nuestra comisión.
No se malentienda. No se trata de sancionar por cumplir. Hay que dotar de transparencia al Congreso mediante las buenas prácticas, en la actividad pública y la vida política. Y todo, en uno de los poderes del Estado más cuestionado.
La tarea del Congreso no es menor: elaboración de leyes, discusión y análisis de propuestas y proyectos, fiscalización al sector público. Y se espera que aquello ocurra en el marco de las buenas actuaciones y el correcto ejercicio de la labor parlamentaria.
Es difícil explicar que nuestro campo de acción está en lo ético y no en lo jurídico, y es fácil que se confunda… la comisión de Etica vela precisamente por la correcta actuación -la actuación responsable de los colegas- y sanciona cuando se traspasan los límites de lo debido.
En ese aspecto, el Congreso y los diputados hemos estado más expuestos que nunca, porque la ciudadanía exige con fuerza rectitud, y quienes estamos a cargo de velar por ello tenemos la obligación de dar transparencia a las actuaciones, al menos en el campo de lo que la ética nos puede obligar.
El buen actuar es un deber escaso en estos tiempos. Pero es una tarea posible. También un deber personal. En esta despedida de 2019 me quedo con lo central de la experiencia integrando la comisión, y con los deseos de un próspero 2020 para toda la familia chilena que más que nunca necesitan esperanza, solidaridad y unión.
Bernardo Berger Fett
Diputado de la República