BERNARDO BERGER

A propósito de política y estallido: ¿Qué pasó con el “fairplay”?

Hace tiempo observo un comportamiento instalado como costumbre. Debiera llamar la atención por lo anormal en democracia. Sin embargo, a nadie parece importarle. 

Es la tendencia de usar herramientas como la interpelación y la acusación constitucional para situaciones claramente improcedentes, con el fin muchas veces de saldar rencillas políticas o para “darse un gustito”. También la de tramitar, incluso votar, proyectos inadmisibles en su origen y forma, por más que personalmente pudiera estar de acuerdo con su fondo. 

El problema es que vamos debilitando la credibilidad institucional, el apego a la norma jurídica, su resultado si llega a implementarse suele provocar más problemas que beneficios. En definitiva, terminamos lesionando el Estado de Derecho. 

Quiero convencerme que quedamos algunos que creemos en el “fairplay” –respeto irrestricto a las reglas del juego-; que la política de guantes blancos en que la palabra empeñada y el honor valen, aún no ha muerto; que el sentido y el bien común siempre pueden y deben imponerse sobre mezquindades e intereses particulares. 

En esa tónica y con el mayor respeto, es mi deber señalar que es una irresponsabilidad, por ejemplo, que con toda la violencia, saqueos y atentados que por más de 40 días azota al país, con una economía en picada y un retroceso en la credibilidad internacional de Chile, estemos abocados a tramitar y debatir la acusación constitucional contra el ex ministro de Interior… acusación que, dicho de paso, carece de argumentos jurídicos para proceder, pero que sin embargo avanza en el Congreso. 

La movilización acompañada de vandalismo, saqueo y destrucción también me desconcierta. No resta valor a demandas que, como hemos venido discutiendo, son universales y legítimas, pero sí pone en tela de juicio terceras intenciones, los modos de participación en el debate social, y sobre todo, hasta dónde el fin justifica los medios. 

Y me preocupa también que como sociedad sigamos “normalizando” comportamientos derechamente delincuenciales. Incluso que líderes de opinión justifiquen la violencia aunque ésta atente contra derechos humanos de millones de compatriotas que quieren vivir en paz, sin miedo. 

Por eso me es más válido que nunca jamás claudicar en apelar al sentido común; invitar al diálogo por sobre la violencia; de buscar puntos de consenso en lugar de instar al odio y el resentimiento.


Bernardo Berger Fett
Diputado de la República

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