
Mal la cosa ayer en la comisión de Trabajo tras el portazo de la oposición en bloque. Es que el de las Pensiones era un debate postergado los últimos 40 años. En todos los gobiernos ha sido tema, pero sólo el actual se había atrevido a enfrentarlo como corresponde. Era la Reforma que el país y los chilenos necesitaban: cada día que dejamos pasar es un nuevo daño al bolsillo y al envejecimiento digno de todos los que vivimos en este territorio.
Tenemos un universo importante de la población con jubilaciones paupérrimas o que va a ello, pese a una lata vida de trabajo. Y cómo no, si en cuatro décadas no hubo modificaciones ni ajustes al sistema de aporte individual –que beneficiaran al ahorrante-, mientras que la economía, los hábitos y las formas de trabajo del chileno cambiaron. Y naturalmente cuando las cosas van mal, todo cojo le echa la culpa al empedrado.
El que teníamos sobre la mesa era un buen proyecto, serio técnica y políticamente, con la madurez del que entiende que no hay que arrasarlo todo sino mejorar las debilidades y adelantarse a los hechos. En casi 50 propuestas -13 de ellas del gobierno anterior- proponía un ajuste corto a las pensiones actuales con esfuerzos fiscales solidarios, mientras que en un ajuste de largo plazo cimentaba bases de mejores pensiones.
Era un proyecto que se hacía cargo de los actuales pensionados y de los futuros, con énfasis en las mujeres, históricamente postergadas; en la clase media que sin apoyo fiscal se esfuerzan en ahorrar pero que aún así no les alcanza para una pensión digna; en quienes están postrados, enfermos o confinados; en 1,3 millones de chilenos del Pilar Solidario; y en los millones de actuales trabajadores.
Formaban parte de las medidas aportes adicionales a la mujer, la clase media, los más vulnerables y al esfuerzo; incentivos a la voluntad personal de quien quiera postergar la edad de retiro; más apoyo en los riesgos de longevidad y dependencia; más ahorro individual con participación de terceros, entre ellos el empleador; un mercado más abierto; robustecimiento de la supervisión; mayor sostenibilidad y responsabilidad fiscal en el tiempo.
Lamentable que la izquierda, su falta de apertura y mezquindades políticas hayan terminado castigando una vez más a los chilenos donde más duele: el bolsillo y sus jubilaciones. Esperamos reponer la discusión el próximo año.
Bernardo Berger Fett
Diputado de la República